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Jueves 10.04.2003 » Política
» Una operación final para
mejorar la imagen
ESCENARIO:
LA ESTRATEGIA DE
DUHALDE ANTE POLITICOS Y EMPRESARIOS ESPAÑOLES
Una
operación final para mejorar la imagen
Fernando
González
Quizás
se trate de la última operación del gobierno de Eduardo Duhalde antes de dejar
el poder. Se preparó en Buenos Aires y en Madrid y se intentó poner en práctica
en estos días, durante la gira española del presidente argentino, el viaje de
despedida antes de la elección en la que se elegirá a su sucesor.
Sin
ahorrar optimismo, un grupo de funcionarios se dedicó a intentar cambiar la
imagen del "Duhalde devaluador", la que quedó grabada en Europa el
año pasado, por la de otro Duhalde al que buscaron presentar bajo la pomposa
definición de "el hombre que salvó del caos al país".
El
encargado de timonear el operativo en España fue el actual embajador argentino
en Madrid, Abel Posse. Este escritor, autor entre otros títulos literarios de
"La Pasión
según Eva" e iniciado en la diplomacia durante el gobierno menemista, se
fue convirtiendo en un hombre de consulta para Duhalde. Su pluma se empezó a
advertir en los últimos discursos presidenciales, tanto que en los últimos días
de febrero viajó a Buenos Aires para plasmar en persona el discurso con el que
el Presidente abrió las sesiones del Congreso.
No
es fácil la tarea de Posse y de aquellos funcionarios que se han propuesto
cambiar la imagen que en Europa tienen de Duhalde. En mayo de 2002, el
Presidente viajó a España mientras su gestión hacía agua por los efectos de la
devaluación y la cesación de pagos que llenaba de preocupación a las empresas
españolas.
Duhalde
se reunió en Madrid con el jefe de gobierno español, José María Aznar, y con el
rey Juan Carlos. Los dos escucharon espantados como Duhalde ironizaba sobre los
empresarios españoles, a quienes trató prácticamente de ingenuos por invertir
más de 40 mil millones de dólares en el contexto de la economía menemista.
El
enojo de Aznar y del establishment español fue entonces tan grande que el
canciller Carlos Ruckauf y Roberto Lavagna, quien poco después llegaba al
Ministerio de Economía, debieron hacer esfuerzos permanentes para recomponer la
relación bilateral. Apenas asumido, Lavagna publicó una columna en el diario El
País prometiendo el cumplimiento de los compromisos internacionales de la Argentina.
"Los
políticos y los empresarios españoles eran muy escépticos y creían que íbamos a
una debacle", recuerda hoy el embajador Posse ante la consulta de Clarín.
Posse se dedicó en el último tiempo a recorrer los pasillos del poder en España
ponderando las condiciones del "nuevo Duhalde", al que se pinta como
un presidente de transición y se le cuelga el supuesto mérito de la
pacificación nacional.
El
de Posse parece un esfuerzo solitario, acompañando la gestión de un presidente
que busca mejorar su imagen pensando en el futuro, que transita sus últimos
días de mandato y al que nunca la han sobrado referentes en política exterior.
De
todos modos, la operación de lifting que el duhaldismo comenzó a pergeñar en
Buenos Aires no contó con la suerte como aliada. El furor de la guerra ocupó la
escena madrileña y la cabeza de la dirigencia española, más preocupada por los
bombazos en Bagdad que por los vaivenes económicos de un país que no termina
nunca de sobreponerse a su crisis.
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