jueves, 19 de abril de 2012

DUHALDE,EL DEVALUADOR


Clarín.com  »  Edición Jueves 10.04.2003  »  Política  »  Una operación final para mejorar la imagen

ESCENARIO: LA ESTRATEGIA DE DUHALDE ANTE POLITICOS Y EMPRESARIOS ESPAÑOLES

Una operación final para mejorar la imagen

Fernando González

Quizás se trate de la última operación del gobierno de Eduardo Duhalde antes de dejar el poder. Se preparó en Buenos Aires y en Madrid y se intentó poner en práctica en estos días, durante la gira española del presidente argentino, el viaje de despedida antes de la elección en la que se elegirá a su sucesor.

Sin ahorrar optimismo, un grupo de funcionarios se dedicó a intentar cambiar la imagen del "Duhalde devaluador", la que quedó grabada en Europa el año pasado, por la de otro Duhalde al que buscaron presentar bajo la pomposa definición de "el hombre que salvó del caos al país".

El encargado de timonear el operativo en España fue el actual embajador argentino en Madrid, Abel Posse. Este escritor, autor entre otros títulos literarios de "La Pasión según Eva" e iniciado en la diplomacia durante el gobierno menemista, se fue convirtiendo en un hombre de consulta para Duhalde. Su pluma se empezó a advertir en los últimos discursos presidenciales, tanto que en los últimos días de febrero viajó a Buenos Aires para plasmar en persona el discurso con el que el Presidente abrió las sesiones del Congreso.

No es fácil la tarea de Posse y de aquellos funcionarios que se han propuesto cambiar la imagen que en Europa tienen de Duhalde. En mayo de 2002, el Presidente viajó a España mientras su gestión hacía agua por los efectos de la devaluación y la cesación de pagos que llenaba de preocupación a las empresas españolas.

Duhalde se reunió en Madrid con el jefe de gobierno español, José María Aznar, y con el rey Juan Carlos. Los dos escucharon espantados como Duhalde ironizaba sobre los empresarios españoles, a quienes trató prácticamente de ingenuos por invertir más de 40 mil millones de dólares en el contexto de la economía menemista.

El enojo de Aznar y del establishment español fue entonces tan grande que el canciller Carlos Ruckauf y Roberto Lavagna, quien poco después llegaba al Ministerio de Economía, debieron hacer esfuerzos permanentes para recomponer la relación bilateral. Apenas asumido, Lavagna publicó una columna en el diario El País prometiendo el cumplimiento de los compromisos internacionales de la Argentina.

"Los políticos y los empresarios españoles eran muy escépticos y creían que íbamos a una debacle", recuerda hoy el embajador Posse ante la consulta de Clarín. Posse se dedicó en el último tiempo a recorrer los pasillos del poder en España ponderando las condiciones del "nuevo Duhalde", al que se pinta como un presidente de transición y se le cuelga el supuesto mérito de la pacificación nacional.

El de Posse parece un esfuerzo solitario, acompañando la gestión de un presidente que busca mejorar su imagen pensando en el futuro, que transita sus últimos días de mandato y al que nunca la han sobrado referentes en política exterior.

De todos modos, la operación de lifting que el duhaldismo comenzó a pergeñar en Buenos Aires no contó con la suerte como aliada. El furor de la guerra ocupó la escena madrileña y la cabeza de la dirigencia española, más preocupada por los bombazos en Bagdad que por los vaivenes económicos de un país que no termina nunca de sobreponerse a su crisis.

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